lunes, 6 de junio de 2011

Caron pour un homme


En el mismo eje lavanda-vainilla que Jicky, Caron pour un homme presenta una variante más simple y menos abstracta del mismo tema.
Antes de ir al punto que nos compete, unas breves palabras de Caron: nace en 1904 de la mano de Erenst Daltroff y se mantiene viva hasta la fecha como una de las casas creadoras de perfumes más antiguas y auténticas. Entre sus obras maestras se destacan Narcisse Noir, Nuit de Noel y Tabac Blond.
Caron pour un homme presenta el homenaje más natural y puro que he encontrado a esta flor azul. Se trata básicamente de lavanda con ecos de vainilla.


La lavanda tiene dos perfiles diferentes de acuerdo al método de extracción: puede ser vegetal y floral o dulce y acaramelada. En éste caso es su verde esplendor lo que se destaca, brillando a través de un velo intenso y opaco de vainilla, de la misma forma que la luz matinal se filtra por las rendijas de un viejo postigo de madera.
Durante los primeros 15 minutos hay una explosión de pura, aromática, casi pungente, lavanda recién cortada.
Entonces, la vainilla comienza su aparición como un susurro, ganando más presencia con el tiempo. Durante unas dos horas, este canto se prolonga sin que una voz prepondere sobre la otra, como las dos voces en armonía del dúo de las flores de Lakmé de Léo Delibes.
Luego, lentamente la lavanda se retrae voluntariamente, en un acto pacífico, para dar lugar a que la vainilla muestre todas sus facetas: no demasiado dulce, un poco resinosa, siempre natural y fresca.




Pocas veces un perfume (o su creador) logra un encuentro tan afable y novedosos entre dos de las notas más utilizadas en perfumería. Una obra maestra en su propia simplicidad.

Secreto: en una perfumería de la calle Lavalle entre Uruguay y Montevideo hay algunas cajas. En internet, se puede conseguir a precios muy razonables.
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