En 1889, un giro inesperado transformó la perfumería: Aimé Guerlain, en honor a su tío Jacques Guerlain -o como sostienen algunos como regalo a una amante inglesa-, creó Jicky, obra de arte indudable y el primer perfume "moderno" de la historia de la perfumería. Es decir, un perfume que no gira alrededor de una sola nota olfativa o acorde, sino uno donde la suma de todas sus partes creaba un todo "nuevo" y peculiar. Donde, como en una alquimia secreta un nuevo aroma aparecía. En una época dominada por los bouquets florales (sobre todo para los "dandy") Jicky propuso una combinación màgica de frescura y calidez. Notas de salida de lavanda pungente y verde, citricos y romero, daban paso a un corazon amaderado y floral con patchuli , iris, vetiver, rosa y jasmin. Este pasaje armonioso y pausado, casi indescifrable es la antesala de una base sòlida y sensual, como la piel pero mejor: cuero, ambar, civet, incienso y vainilla. La alta concentración de civet (extracto natural de las glandulas perineales de un mamifero africano) le daba un toque animal y salvaje al perfume. Lanzado al mercado como una fragancia femenina, Jicky es y fue disfrutado tanto por mujeres como por hombres. Las fronteras de genero en la perfumeria son difusas. Los grandes perfumes femeninos de entre 1920 y 1980 tienen un fuerte caracter masculino que convierte en timidas mujeres suaves a los masculinos acuaticos y frescos de hoy en día.
Con màs de 100 años de historia, Jicky sigue siendo un clàsico actual, moderno. Un atrevimiento de avanzada que aún hoy hace palidecer de envidia a los mejores perfumistas de nuestro tiempo.
El exito de Jicky y su habitual utilizacion por algunos hombres inspiró a Jacques Guerlain que, años después, lanzó Mouchoir de Monsieur (pañuelo de caballero) la versión "masculina" de Jicky. Pero esa es otra historia....
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